Era costumbre que los mozos solteros del pueblo cantaran las Albadas a los contrayentes, en el día de su boda. Esta serie de coplas están dedicadas hacia los novios, y destacan los rasgos y virtudes más característicos del novio o de la novia. La costumbre se arraiga entre los pueblos de las Vicarías y sirve como nexo de unión entre ellos.
Las Albadas eran organizadas por los quintos del año, los cuales recogían cierta cantidad de dinero de los muchachos que terminaban los años de escuela, y que pagaban una peseta para poder ser mozos y entrar directamente en las rondallas. El dinero que se recogía servía para realizar un almuerzo en el que participaban todos los mozos, después de cantar las coplas, condicionadas a la cantidad de dinero, vino o viandas que el novio entregara.
Los mozos forasteros que ennoviaban con una moza que fuera del pueblo, estaban obligados a pagar la “Manta” , y si llegaban a contraer matrimonio, debían de pagar el tradicional “Cantarete” , ambos pagos eran recogidos por los mozos que entraban en quinta.