Eran juegos propios de los pastores. Los participantes, colocados en un círculo de grandes dimensiones, golpeaban una bola llamada “gurria” , con sus cayados , intentando meterla en un círculo que defiende un hombre. Quien logra introducir la bola en el círculo pasará a ocupar el puesto del jugador en el círculo central.

Otro juego era el de “echar el palo” , en el que los pastores, sentados en el suelo apoyando los pies en los del contrincante, agarran el cayado o bastón entre las manos y tiran de él hacia sí mismos. Vencerá el jugador que levante a su oponente.


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